viernes, 15 de mayo de 2009

La ciudad de los perritos calientes

Frankfurt! Hermosa ciudad, moderna, urbanita... Y quizá un poco menos especial de lo que me esperaba.









Puede ser que sea mi visión y también probablemente que el día no acompañaba, pero realmente esperaba mucho más. De todos modos, tiene un cierto encanto que no se lo quita nadie. El casco antiguo con los preciosos edificios antiguos (que no tanto, la mayoría fueron restaurados después de la 2ª guerra mundial), su río y sus muchos puentes, sus rascacielos cosquilleando las nubes...
Como vivo en Alsbach, que está a unos 30 km al sur de Frankfurt, tuvimos que coger el tranvía hasta la estación de Darmstadt, y allí un tren hasta Frankfurt. Pensábamos que era más caro, pero al final resultó bastante barato, ya que compramos un ticket de grupo (máximo 5 personas, aunque con 2 ya lo amortizas) de duración de todo un día. Podíamos usarlo dentro de Darmstadt y también dentro de Frankfurt, para hacer viajes ilimitados. Por 23 euros no está nada mal (11'50 cada uno).
Comimos en un "burrikin", y David se quedó con las ganas de comerse un bratwurst de medio metro...
Paseamos por el distrito financiero, con sus múltiples rascacielos de colores serios y reflectantes... Lástima que no era un día soleadol, de lo contrario puedo imaginar el efecto del sol en las superficies brillantes de los edificios bañando de luz naranja toda la ciudad... Suspiro!
Paseamos también por la zona comercial de Zeil, una zona peatonal con muchos centros comerciales y tiendas conocidas internacionalmente (no podían faltar Zara, C&A, H&M, Mango... y por supuesto un Douglas, como en toda ciudad alemana que se precie!). Tuvimos la mala suerte de ir en un momento en que estaban arreglando la susodicha zona peatonal, por lo que no era todo lo bonito que imagino que puede llegar a ser.
También estuvimos en el Römerberg, el casco antiguo, con sus calles empedradas y tortuosas, que nunca sabes dónde acabarán.











La plaza tiene un algo especial, no se sabe muy bien si por sus edificios, por sus cafeterías, por el edificio del ayuntamiento, o será quizá que huele a historia... La catedral también se encuentra por ésta zona, aunque no pudimos verla entera al estar siendo restaurada... tan sólo nos alcanzó para ver la punta del iceberg.
Como no podía faltar, dimos un romántico paseo por ambos lados del río, que cruzamos por el Eisener Steg, el puente de hierro (creo que de los más bonitos que cruzan el río Main).
Especial meción merece también la estación central (Hauptbahnhof), de la que no hice ninguna foto... Ya tengo la excusa para volver!






Antes de volver fuimos a vaguear por los céspedes del Grüneburgpark, al lado de la Universidad de Goethe. Y hablando del rey de Roma, el hijo pródigo de la ciudad de Frankfurt, también estuvimos en la plaza que lleva su nombre. Nada especial que mencionar, lo siento Johann, nada personal...

De lo único que puedo decir que me quedé con ganas fue de visitar la zona de Sachsenhausen, para tomarme un apfelwine o una weissenbier. Bueno, otra vez será!

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