jueves, 3 de septiembre de 2009

Y es que llevo cuatro noches sin dormir

El sueño dejó de visitarme cuatro lunas atrás, como anticipándose a toda la espectación y sucesos de los próximos días, concatenados, sin casi darme tiempo a respirar.

Un momento estoy pensando que ésto es lo que yo quería, y al siguiente una niña de 8 años me hace hipar descontenidamente e intentar llorar hacia adentro.
Al rato estoy pensando que todo va bien, pero ya después, ya después no. No. Todo no va bien. Todo se ha jodido bien. Éso es. Y prefiero quedarme aquí, esperando al otro lado del paso de peatones sin cruzar nunca a la otra acera, a la del odio, a la del no-quiero-volver-a-ver-tu-cara-porque-me-recuerda-aquello-que-nunca-pretendí-que-fuera-como-fue.

Pero como dicen los japoneses, crisis es oportunidad, y yo siempre he sido positiva, y no voy a cambiar ahora. Voy a agarrar éste momento de cambio, y voy a convertirlo en mi sueño frustrado. Voy a aprovechar la oportunidad que tengo de dar un cambio de 360 grados y quizá 180 más. Mi mamá me enseñó desde pequeña que se llora 10 minutos, nos secamos las lágrimas y levantamos la cabeza, bien alta, para seguir caminando hacia delante. Y éso es exactamente lo que pienso hacer.

Mi nueva oportunidad se esconde detrás de cada nuevo perfil, en cualquier otra ciudad, nuevas familias, nuevas casas, nuevos sueños, nuevas vidas... que traer a la mía. Y quizá desvarío, pero estoy feliz por ello. Pero claro, es que llevo cuatro noches sin dormir...

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